martes, 7 de septiembre de 2010

Un mexicano en la USN, West Berlin


Los años de entrenamiento pasaron muy rapido, aun me faltaba un poco para ser piloto, pero las exigencias de los años culminantes de la Guerra Fria no podian esperar, a todos los alumnos avanzados se nos envio a las unidades de frente para terminar nuestras calificaciones ahi, a algunos los enviaron a unidades de Marines, a otros nos enviaron con un destacamento de la USN que estaba en rotacion en Pferdsfeld Air Base, cerca de Mainz en Alemania.

En el vuelo a Europa iba lleno de confianza, y de seguridad, la hermosa e insensata juventud, pensaba que esta aguila azteca iba a llegar a imponerse ante las salvajes hordas comunistas, y si algunos pilotos rojos se atrevian a asomar las narices, caerian envueltos en llamas ante mis superiores habilidades y nuestros aviones de alta tecnologia, no me preocupaba la tan cacareada superioridad numerica del Pacto de Varsovia, y en realidad no me preocupaba nada en absoluto.

Pero en cuanto baje del avion, me di cuenta de que las cosas no eran asi, la realidad era diferente, en la base solo habia negritos y latinos y uno que otro oficial blanco, todos debiamos de llevar armas de costado al menos, la frontera estaba demasiado cerca, la nuestra era la base aerea mas cercana a los rusos, solo habia una alerta de 30 segundos para atrapar en vuelo a los aviones sovieticos, que estaban a cuatro minutos radar de nuestra posicion, en realidad estabamos en el filo de la navaja, seriamos los primeros en enfrentar un avance sovietico si este llegara a presentarse, en inferioridad de casi treinta a uno, y ademas a quien teniamos enfrente era el regimiento aereo de la Guardia de Kubinka, con los mejores aviones que el bloque oriental podia producir, nuestra tarea, sacrificarnos para ganar tiempo en caso de un ataque sorpresa, probablemente nos las veriamos negras, pero como decia uno de mis groundies, "los mandos en la retaguardia, con lagrimas en los ojos vengaran nuestra muerte".

A mi lo unico que me preocupaba, era que mi Tomcat tuviera suficiente tiempo de identificar seis buenos blancos a gran altura, liberarme del sobrepeso para despues caer como trueno sobre las inmensas formaciones de aviones de ataque rusos y si salia vivo de eso, conservar suficiente combustible como para retirarme a algun aerodromo ingles, no creia que fuese posible regresar a Pferdsfeld.

Mi gato era de los mas viejos del escuadron, nada raro, yo era el mas brillante de los novatos, pero al fin y al cabo un novato, en teoria dos tripulaciones compartiamos el ave, pero los veteranos no querian ni tocarla, ese aparato en particular tenia muy mala fama, sus motores tendian a desincronizarse y uno de ellos habia tenido ya varias fallas serias.

El Tomcat era una dama delicada, uno tenia que tratarla con sutileza, sus motores no eran tan confiables como los modernos, y las palancas de gases debian de tocarse como un instrumento de precision, cualquier torpeza o tosquedad y el avion se encabritaba, en realidad el F-14 era una esposa exigente, muy diferente al F-18 que es una amante sumisa, no te podias andar con payasadas en un Tomcat, mi nave y yo nos llevamos muy bien, respondio a la delicadeza con la que tocaba sus cositas y jamas me fallo, al final se volvio mi aparato exclusivo, y lo volaba cada vez que fuese posible, en los atestados cielos europeos eso era muy rara vez, pero nuestra unidad enviaba destacamentos al norte muy seguido, para que los pilotos, en particular los verdes, adquiriesemos experiencia, en esos dias casi duplique mis horas de vuelo, ademas de aprender a respetar a nuestros enemigos rusos, que eran la crema de la crema.

En los pocos dias libres que nos daban, aproveche para ir de paseo a Berlin Occidental y de paso ir a visitar a unos parientes lejanos, un viejo caballero Bavaro, un primo de mi abuelo y su familia, que vivian desde hace muchos años en la ciudad, Berlin, la ciudad de la que mi abuelo tanto hablaba, y que tanto queria... yo alguna vez habia estado ahi, pero fue cuando era un bebe, ahora tendria oportunidad de conocerla realmente, aunque por tantas platicas, creia ya conocerla, la Puerta de Brandemburgo, Unter den Linden, los cafes en Friederichstrasse, Alexanderplatz, los Museos, Checkpont Charlie, y un largo etcetera, o el pequeño hotel Baden cerca del centro, no me dio tiempo de ver casi nada en la primer visita, despues de ver a la familia; los alemanes son muy diferentes a nosotros, mas apacibles y tranquilos, mas frios, aunque me esperaban, los sorprendio mi visita, ciertamente que no pensaban que un piloto norteamericano fuera moreno y hablara perfectamente el aleman, ciertamente habia algo de rasgos de familia, pero muy ligeros, y un gran agradecimiento de que estuviese ahi, arriesgando la vida, en una guerra que no era mia, para ayudarlos en contra del comunismo, lo malo, perdi todo un dia de paseo, y al dia siguiente tendria que salir antes de las cinco para llegar a tiempo.

Fueron pocas las visitas que pude hacer a la ciudad en los siguientes meses, despues de todo, mi salario de joven teniente no era mucho y queria pasearme por todas partes, finalmente llego noviembre de 1989, y la historia cambio, en esos dias mi guardia empezaba al anochecer, mis habilidades para ver en la obscuridad eran muy apreciadas y se me daban todos los turnos nocturnos, me correspondieran o no, eso no me importaba, porque cambiaba mis guardias con mis compañeros y asi podia asegurarme de tener un dia libre mas y poder irme mas lejos de paseo.

Los eventos de la caida del muro son de sobra conocidos, asi que platicare lo que no es tan conocido, como el hecho de que nos tomo completamente por sorpresa, acababa de entrar de guardia y estaba en la revision de mi aparato cuando uno de mis compañeros nos aviso que estaban pasando cosas importantes en la TV, asi que apresure mi revision y me sente en mi asiento, mientras que el personal de tierra me ajustaba todo lo necesario, la base era mixta y mis hombres tambien, habia americanos y alemanes, lo que en un portaaviones seria una Uva, era ingles, y tenia un radio portatil encendido, todos oiamos las noticias, sobre las muchedumbres en el muro, deseando salir, los alemanes tenian una cara de profunda preocupacion, los americanos como siempre, preparandose para lo peor, recargadas en un tractor, unas cuantas armas portatiles, una escopeta y algunos M-16, como siempre, los misiles del avion armados y listos, en caso de pelea, seria el primero en estar en el aire, las noticias nos mantenian a la expectativa, se concentraban mas personas, la guardia permanecia en su sitio, el comandante de la base nos habia dicho que habia una orden no escrita de que no importara lo que pasara en Alemania Democratica, no podiamos intervenir, pero si en desesperacion los comunistas iniciaban una guerra, entonces tendriamos que entrar con todo, la situacion estaba tensa, no se como pasaron los minutos, pero en el momento que se anuncio ya entrada la noche, que la frontera se abria, fue uno de los momentos mas alegres que me ha tocado prescenciar, nuestros anfitriones alemanes, estaban euforicos, se abrazaban, cantaban, y mientras tanto, no bajabamos la guardia, nuestros aviones permanecieron listos hasta que fue evidente que no era un engaño, no lo podiamos creer, el Muro ya solo era un tigre de papel, el comunismo se estaba cayendo a pedazos, y nada podria salvarlo.

En la primera oportunidad posible fui a West Berlin, todavia habia euforia, una alegria que brotaba de todas partes y de todos los corazones, una mesera lo resumio mejor que nadie, me dijo claramente, "Pronto regresara a casa" y asi fue, nuestra unidad fue la primera en partir, al fin pude regresar para hacer mis carrquals, un año despues estaba asignado a la Sexta Flota y en un dia de descanso de un hermoso dia de julio, fui a West Berlin, la muralla estaba siendo tirada y tome una piedra como recuerdo, la Guerra Fria acabo, se fue el comunismo, la amenaza nuclear desaparecio, Pferdsfeld se convirtio en una zona de casas, los escuadrones navales fueron desmovilizados en masa, el Tomcat es ahora una pieza de museo, y los viejos combatientes ahora hacemos barriga con una familia.

Autor: Sergio Antonio Tellez Morales

Los Italianos contra Rommel


Abril 8 de 1941, seis de la mañana, Frente de Batalla en la region de Mechili, faltan 24 horas para que los alemanes lancen un ataque en direccion a las lineas britanicas, Rommel, decide reconocer el terreno, y en consecuencia ordena que su avion un Fieseler Fi-156 Storch, este listo para despegar, minutos mas tarde, tras carretear por el desierto, el avion toma altura. Volando a 50 metros del suelo, el aeroplano se acerca a las primeras lineas. De pronto, frente a ellos, formado en larga columna, aparece un batallon, el avion, a una orden de Rommel, se aproxima y pierde altura; cerca ya, da varias vueltas en torno a las tropas, Rommel, rapidamente identifica a los hombres y volviendose hacia el piloto le dice:

-Italianos, ... Bersaglieri...

El aviador asiente con un gesto y se dispone a saludar a las tropas, pero una exclamacion de Rommel lo detiene:

-¡Rapido, arriba, alejese de aqui!

Obedeciendolo, el piloto describe un veloz giro y se aleja a todo gas. Aun no comprende el motivo de la orden del General, pero no tarda en caer en cuenta de lo que esta sucediendo, mira hacia atras y lo comprende todo. En tierra, diseminados sobre la arena del desierto, los hombres del batallon de bersaglieri apuntan con sus armas hacia el avion y disparan sin descanso.

Perdiendo altura, el Storch se oculta tras una elevacion del terreno y se cubre del ataque italiano, es entonces que el piloto mira a Rommel interrogandolo.

-Es un milagro que no nos hayan derribado... -dice el jefe germano.

Minutos mas tarde, alejandose de sus aliados, el avion aleman se pierde a lo lejos.

En el combate no es facil identificar al enemigo del amigo y siempre estan los artilleros de dedo facil, que le dispara a lo primero que ven, antes de identificarlos siquiera, los italianos derribaron a su propio comandante en jefe el Mariscal Italo Balbo al inicio de la camaña en el norte de Africa, cuando su avion estaba aterrizando en Tobruk